En estos días ha sucedido algo increible, sin duda, ilusionante y practicamente sin precedentes. La energía de la gente en la calle nos ha embargado y nos ha hecho tener una visión en común de lo que antes sucedía tan solo en la mente de cada uno. En estos días nuestra mente era la plaza. Nos hemos abandonado para dirigirnos hacia el campo unificado.
Esa fuerza es la más arrolladora y potente en el ser humano, la ilusión y voluntad que te llevan a desenvolver tus virtudes en pos de un bien trascendente.
Esa ha sido la fuerza contra la que más intentan luchar aquellos a los que no les interesa este cambio.
Hemos vivido también en la plaza, mentiras, tensión, infiltraciones, enfermedad y agotamiento. Sin embargo todos esos altercados venían de las normas del viejo mundo, que hoy ya no nos sirven para nada. Las normas de un mundo en el que no se puede colaborar, ni pensar, ni vivir porque no hay espacio para ello. Esas leyes de la prisa, y de los objectivos y de los resultados, no nos valen para el mundo nuevo. Y del mismo modo que un día despertó en la conciencia la idea de que nos estaban engañando, despierta un día la idea de que necesitas nuevas herramientas, y asi estamos ya en el camino de crearlas.
Herramientas que vehiculen con efectividad la energía humana, la ilusión y la voluntad, sin poner trabas, de un modo tranquilo y orgánico. Viendo claramente lo semejante en lo diferente.
La energía primera ha sido un impacto de fuerza. Esa energía primera se transforma ahora en una nueva fuerza para la conciencia.
Después de ver la plaza sabemos que estamos de acuerdo, sabemos que queremos hacerlo y sabemos que vamos a hacerlo,
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