viernes, 10 de febrero de 2012

Otro paso más

Hemos vivido durante todo el 2011 el estallido de algo que latía en las mentes y espíritus de muchos ciudadanos del mundo. La sensación de estafa que crece en todos nosotros desde hace bastante tiempo y que se ha ido materializando en movimientos, manifestaciones, pancartas, acciones de todo tipo. Todos las tenemos en mente. 
A lo largo y ancho del mundo un mismo espíritu nos mueve hacía la construcción de un mundo nuevo. Hemos aprendido mucho. Por lo menos que sólo las personas somos responsables del estado de las cosas, ninguna fuerza del más allá mantiene el "status quo" en el que vivimos, y que está cayendo poco a poco. La primera pieza en caer, quizás la más importante, es la que está dentro de nuestras mentes. 

El año pasado vivímos lo que han llamado "la Primavera Árabe" que comenzó en realidad en invierno. Estamos otra vez en invierno y después de vivir todos estos acontecimientos hemos visto la diáspora que nos ha mantenido ocupados este otoño. Asambleas, encierros, huelgas de trabajadores públicos. Hasta los Mossos d'Esquadra están empezando a volverse contestatarios. 
Sin embargo, al parecer nada de eso ha empujado lo suficiente a la clase dirigente a cuestionarse a sí misma, y a considerar que deben dejar la posición que ocupan. 
Todo lo contrario, han seguido usando su voz, difundida con la complicidad de los grandes medios de comunicación y su habitual mediocridad para criminalizar, separar, etiquetar, intentar evitar, al fin y al cabo, que la realidad se muestre tal y como es. 
De ahí vienen los nombres de las cosas. De ahí por ejemplo el nombre de "movimiento 15M" y los debates de quién pertenece o no a dicho movimiento. Después de haber visto en estos meses huelgas de funcionarios, de trabajadores, la insatisfacción de la policía, manifestaciones de usuarios en los centros de atención sanitaria y hospitales, manifestaciones de clientes de "la Caixa" que han sido engañados; tal vez seamos capaces de darnos cuenta de que no somos unos u otros. Somos ciudadanos a los que no nos dejan vivir. No deberíamos creer en esa diferenciación por más que insistan en crear una realidad alternativa en nuestras mentes y no estaría de más tener especial conciencia y memoria de lo que ha ido aconteciendo para saber que, cada vez que alguien sale a la calle, somos todos los que estamos jodidos ,los que salimos a la calle, independientemente de que colectivo protagonice un acontecimiento en particular o en que parte del mundo tenga lugar. 
Sean controladores aéreos, trabajadores de TMB, gente joven o mayor, población de Siria o New York, todos somos la misma conciencia, y es importante tenerlo en cuenta para no confundirse. Los únicos que no podemos contar en ese "nosotros" son aquellos que violentan nuestra vida, secuestran nuestra capacidad de decisión y juegan con nuestra existencia despojándola de dignidad y virtud. 

Ese despojo de nuestra capacidad de vivir solo pueden llevarla a cabo con violencia, y así lo hacen. 

Nos violentan con discreción y frialdad en la vida cotidiana, con bajos salarios, con altos precios, con invasión publicitaria, con contratos engañosos y de mil maneras más, pero sobre todo haciéndonos creer que todo eso es lícito y forma parte del funcionamiento inevitable del mundo.
Nos violentan también con contundencia en las situaciones excepcionales, con policía, armas y gases, bajo el argumento de la ley y el orden, como lo han hecho durante las ocupaciones del espacio público a lo largo y ancho del mundo.
Todo eso no constituye nada más que un abuso de poder para mantener privilegios de una clase económica y política. 
No hay crisis. Es mentira. Prueba de ello es que el mercado de lujo ha llegado a crecer como nunca en estos últimos tiempos, hasta un 25%. No existe una destrucción de los recursos si no un despojo de éstos por parte de una minoría.
Esa violencia con la que nos tratan merece una respuesta activa de la misma contundencia. Sin embargo la violencia nos cuesta destrucción y eso sólo nos lleva al odio y a más destrucción.

El trabajo de la diáspora es y ha sido drenar nuestra conciencia de la basura que nos hace creernos separados y débiles. 
En nuestro caso particular, de Mayo a Julio hemos tomado conciencia y la calle, y hemos perdido el miedo. Después hemos vivido unos meses para que las ideas crezcan se desarrollen y lleguen a más conciencias. 
Nada de eso sirve en realidad para cambiar el estado de las cosas fuera de nosotros, si no en nuestro interior. Todo lo que hemos vivido hasta ahora sirve en realidad para cambiarnos a nosotros mismos en ese drenaje de conciencia y quizás de eso no se ha dado cuenta aún la clase dirigente. Somos diferentes respecto de hace un año.

Ahora parece el momento de recuperar el sentido y poner nuestra mente en nuevas acciones que nos lleven al cambio externo, el de la circunstancia. Recuperar el sentido de las acciones es un paso que parece necesario.

El sentido por ejemplo de la huelga, como acción de fuerza. La palabra inglesa "strike" define mucho mejor el significado de una huelga. Una medida de presión para conseguir un cambio en las condiciones externas. No para externalizar un malestar o forzar una negociación, si no un golpe sobre la mesa para tomar las riendas de nuestra vida en común y también de nuestra vida privada, que se ve condicionada sin duda por la circunstancia en común.
Esa fuerza que tenemos ahora que ejercer no debe ser una fuerza de destrucción. Eso nunca ha llevado a nada efectivo ni duradero. Debe ser una fuerza sin sangre sin duda. Las acciones de fuerza que protagonizaremos deben ser de presión, de exigencia, de liberación y de crecimiento. Debe ser una fuerza enérgica, limpia y clara y no nos faltan ejemplos de ello. 

Podemos comenzar por la insumisión fiscal individual. Si el estado ha sido secuestrado por la clase dirigente, no merece ninguna pleitesía en ningún sentido y tampoco en el económico. Dejemos de pagar y de cobrar IVA, IRPF, y cualquier otro tributo del que no veámos un resultado claro aplicado sobre el bien social.

Tenemos otro ejemplo en la huelga de pagos de vivienda como la que dio comienzo en 2010 en Varsovia, o la que se vivión en los barrios más desfavorecidos de Barcelona en los años 30.

Podemos pensar en la devolución masiva de pisos de todos aquellos que se sientan estafados por las entidades bancarias, con contratos engañosos y tasaciones infladas durante la época de máxima especulación urbanística pidiendo la nulidad de los contratos hipotecarios.

Podemos pensar en huelgas de consumo, de producción, en huelgas de servicios como la que llevaron a cabo los controladores aéreos en la navidad 2010-2011 o la que llevarán a cabo los trabajadores del transporte metropolitano de Barcelona durante el Mobile World Congres.

Todas estas acciones son una respuesta contundente y orientada a cambiar el estado de las cosas, y esa es una dirección a tomar en los próximos tiempos para evitar más abusos.

No nos sirve sin embargo la violencia clásica y destructiva que consiste en atacar sedes bancarias, mobiliario urbano o personas.

Eso sí, nos intentarán convencer cada vez de que un colectivo concreto, un "esos", está intentando manipular y secuestrar a la sociedad, diciendo que el perjucicio de cualquiera de esas accione es en contra de todos. Incluso quieren secuestrar el "nosotros". Estamos acostumbrados, lo hicieron con los controladores, lo hicieron con el bloqueo del Parlament de Catalunya, lo están haciendo con la huelga de TMB. No nos dejemos engañar. Nosostros hemos perdido el miedo, pero los interesados en mantener el estado actual de las cosas están empezando a tenerlo, y con ese modo de contaminar la opinión y la mente solo intentan proteger injustos privilegios.


No olvidemos lo que ha sucedido, lo que hemos leído, lo que hemos aprendido. Hagamos efectivo el drenaje de nuestra conciencia y llevémoslo a la acción. 

Todo sigue por el camino que estamos trazando. Mantengamos el foco y sigamos adelante.