lunes, 25 de febrero de 2013

Del tiempo del evento al tiempo del proceso


¿Cómo pasar del tiempo del evento al tiempo del proceso? 

Esa pregunta nos lanzaba madrilonia.org en la previa a las manifestaciones del pasado sábado. ¿Cómo se hace? ¿Cuál es el próximo paso? A mi entender la pregunta contiene la respuesta en la palabra "proceso".



Vivimos un proceso deconstituyente en el que, entre muchas otras cosas, no nos hará falta asaltar el poder simplemente porque dejaremos de reconocer su autoridad. La simple desobediencia, que se hizo masiva en la ocupación de las plazas en contra de lo que dictó la junta electoral, es el primer movimiento de ese proceso.

Es lento, silencioso, y se filtra poco a poco en nuestra sociedad. Aparecen ejemplos no relacionados entre ellos sin embargo unidos por un mismo principio de desacato de una autoridad a la que ya no se considera legítima. Podemos verlo en la objeción a pagar el euro por receta, en la campaña de desobediencia económica en la declaración de la renta, o en la negativa de cerrajeros y bomberos a participar en desahucios. Todo ello son facetas de un mismo espíritu, el derecho de rebelión, que transversalmente invade el ánimo. Las instituciones pierden legitimidad cada vez más rápido.

En el caso de los desahucios, los cerrajeros como gremio privado, lo hacen simplemente a costa de perder dinero al dejar de hacer esos servicios, sin embargo los bomberos se la juegan desobedeciendo órdenes de una supuesta autoridad representada por sus superiores. Ciertamente esa autoridad queda revocada cuando los cuerpos de bomberos deciden que un criterio propio, como el moral o el humanitario, puede tener más autoridad que la jerarquía.

Esa desobediencia primera es la piedra angular sobre la que debemos construir los vehículos para viajar a nuestro futuro. Y sin duda son efectivas. Recordemos la reciente huelga indefinida de los trabajadores de Alten y de como la empresa tuvo que retirar las medidas abusivas que proponía. 

Hace muy poco tiempo hablar de desobediencia o de huelgas indefinidas parecía excluir al locutor de la sensatez y el sentido común. Las buenas noticias que nos trae la crisis es que, sea por conciencia cercana o lejana, parece que ahora la sensatez y el sentido común, como el de los bomberos, nos llevan a desobedecer la supuesta autoridad. Este proceso, practicado por ejemplo por los Zapatistas y descrito de manera amplia por John Holloway parece que nos llevará a una transición hacia un sistema nuevo.

sábado, 23 de febrero de 2013

A río revuelto...

Me despierto con el frío que nos ha llegado esta noche. Leo prensa en internet y pienso acerca de la manifestación de esta tarde. Mi pensamiento divaga. ¿Que hace que una manifestación sea importante y acuda la gente? ¿Que hace que después sea trascendente ese movimiento, tenga consecuencias? Navegando, por la mente y por la red, llego a madrilonia.org que nos plantea por escrito la siguiente cuestión:

La pregunta que queda en el aire es ¿cómo pasamos del tiempo del evento al tiempo del proceso? ¿Cómo hacemos para que la Marea arrastre y genere sedimento, para que no sea sólo espuma, para que tras su paso no queden  «cuatro lapas» como decía un cargo del PP? ¿Cómo tumbamos al gobierno y al sistema actual de partidos y avanzamos en el proceso democrático que ya está, irremediablemente, encima de la mesa? En definitiva, ¿cómo rompe la Marea?

Y mi pensamiento asociativo justo después: "A río revuelto ganancia de pescadores". 
Podemos observar ciertos movimientos en la derecha que han tenido lugar en los últimos tiempos y que ciertamente hacen reflexionar, incluso tal vez desde la sospecha.
¿Trias Sagnier contra Bárcenas? ¿el que fue su abogado por la trama Gürtel? ¿Bárcenas contra el PP? ¿El PP contra Bárcenas? ¿Manos Limpias contra la casa del Rey? 
Movimientos verdaderamente insólitos en la derecha de nuestros últimos tiempos. ¿Se trata de una verdadera fractura en la que una facción dura pretende devorar a una supuesta ala moderada de la derecha española? ¿Se trata de una hábil maniobra para instrumentalizar el descontento social fingiendo una purga en la clase dirigente? En ese sentido resonaron en mi las palabras de Esperanza Aguirre ofreciéndose para la renovación democrática. El objetivo parece claro, que cambie todo sin que cambie nada.
 
Ya en 2011 vimos una derecha que trato de alinearse con lo que sucedía en la calle con el fin de usarlo a su favor, y en parte lo consiguieron. Pasadas las elecciones municipales les pareció que ya no necesitaban más utilizar a la gente y a la vez tuvieron miedo de que pudiésemos llegar demasiado lejos, recordemos como en los primeros días de esas protestas oíamos hablar claramente de Revolución, IIIª República y Huelga General Indefinida

Corromper un movimiento social es la tarea más vieja del mundo, emprendida incluso por los amos romanos en las revueltas de sus esclavos. Topos que dificulten el intercambio de información e introducen ideas que distorsionen la conciencia global. Sin duda fue uno de los papeles clave para la desarticulación de las ocupaciones públicas de 2011. 

Durante los primeros días de la ocupación de plaça Catalunya el desarrollo orgánico de la protesta fue sorprendente y fundamental. La ocupación tenía un carácter indefinido y ésto estaba bastante claro en la conciencia global ya que habíamos llegado hasta allí dado que las medidas puntuales tomadas hasta la fecha, como las huelgas de 24h, nos parecían ridículas. 

A mi entender fue una tarea intencionada interrumpir ese desarrollo introduciendo ideas tóxicas, como una mala gestión del tiempo en los debates o la temporalidad de la acampada, idea que corría sin sustentarse en ningún argumento y que cobró fuerza sólo gracias a la repetición. 

El gran logro para desarticular la protesta pública más importante de España en los últimos treinta años no fueron los antidisturbios, ni las prohibiciones, si no una combinación entre hacer correr ideas de miedo y desinformar en las mismas plazas acompañado de una campaña mediática de desprestigio incluso en los medios supuestamente de izquierdas.

El reto de la conciencia es verdaderamente un reto revolucionario. Para decidir el futuro, para descubrir como rompe la marea, es necesario mantener clara nuestra conciencia unida al campo global y no aceptar excusas, trampas o trucos de la mente.
¿Cómo pasamos del tiempo del evento al tiempo del proceso? Pues porque las olas no se asustan ni dudan de su objetivo ni de su condición al estrellarse contra las rocas.

jueves, 21 de febrero de 2013

23-F Una vez más


Con el recuerdo de Tejero gritando “Quieto todo el mundo!” saldremos a la calle el sábado pidiendo justicia y democracia.
Hace 32 años también salió a la calle la ciudadanía pidiendo lo mismo tras el temor de que un golpe militar acabara con la recién inaugurada monarquía parlamentaria.

Hoy este régimen y esa transición nos parecen realmente ridículas y una mera continuidad con el régimen anterior, queda patente cuando uno se fija en cómo y quiénes toman las decisiones .

Podemos ver la elección de la fecha como una conmemoración de aquel reclamo ciudadano de justicia, libertad y democracia tras el intento fallido de Tejero. Un reclamo que tuvo lugar el día después, cuando el golpe ya había fracasado y no hacía falta reclamar nada, pues efectivamente el 23 todo el mundo se quedó bien quieto.

Podemos ver la elección de la fecha también como un reclamo de fuerza. El pueblo se dispone a entrar en el Congreso de los Diputados y decir “Quieto todo el mundo!”. ¿Puede el pueblo, de modo horizontal y sin ostentar pistolas, dar un golpe de Estado? Hace unos días el gobierno de Bulgaria,  dimitió en respuesta a la presión popular. ¿Podemos considerar la caída del gobierno búlgaro producto de un golpe de Estado perpretado por el pueblo? Sabiendo que el Estado es el propio pueblo vemos claramente la contradicción si alguien afirmara lo anterior. Parece y creo evidente la diferencia de legitimidad entre Tejero y los manifestantes búlgaros.
Si una fuerza armada atenta contra el gobierno, está atentando contra el Estado en tanto que el poder del gobierno emana del pueblo, que es el verdadero Estado.
Si el pueblo de manera pública y pacífica rechaza al gobierno, es el propio Estado el que destituye a sus gestores.
Un guardia civil no puede destituir al gobierno, sin embargo el pueblo si puede destituirlo pues el pueblo es soberano y el gobierno subordinado. El pueblo es el Estado por eso podemos decir que en Bulgaria el Estado ha destituido a sus representantes, que lo han asumido a través de la dimisión.
MariyaPetcova dice en su artículo para al-Jazeera que el pueblo búlgaro no es dado a la protesta social y que haya salido a la calle es algo excepcional, que implica no solo una disconformidad con medidas concretas del gobierno, si no toda una crítica al sistema y una nueva práctica democrática.

El pueblo, es el Estado, y este sábado estará en la calle. El gobierno y la oposición deberían asumirlo y retirarse. Afrontamos un primer reto al escoger que somos soberanos, que los políticos son nuestros subordinados, que la oligarquía es una perversión del capital social que pone en riesgo el capital económico como bien público. Que ambos capitales son patrimonio de todos, energía que fluye y no debe servir intereses que no sean el bien común.

24-F El pueblo es el estado

Supongamos que el día 24 por la mañana, después de que la ciudadanía tome la calle de forma masiva en la noche más fría del año, comparece el presidente del gobierno Mariano Rajoy y anuncia la dimisión en bloque del gobierno y la convocatoria de elecciones. El pueblo, del que formamos parte cada uno de nosotros, no contento con eso y considerando el sistema un fraude en sí continúa con la protesta. Imaginemos que el mismo domingo por la noche, igualmente a causa de la presión popular, abdica el monarca Juan Carlos I y anuncia el exilio de su familia. Pongamos que lo que queda de los representantes políticos y otros supuestos prohombres de nuestra sociedad aceptan la situación y valientemente anuncian un gobierno de transición, concentración o como quieran llamarle e inician un nuevo periodo constituyente protagonizado por la ciudadanía.
Ahí tendremos el reto de saber realmente que el pueblo es el Estado y la oportunidad de decidir como va a ser el país y el futuro. Ahí se va a jugar la partida más importante y deberemos jugarla bien para evitar que de nuevo los poderosos nos la vuelvan a colar para continuar defendiendo sus privilegios y ostentando sus posiciones. Tomemos buena cuenta de como nos ha salido eso que se llamaba transición y imaginemos como sería una futura república al frente de la cual tuviéramos a Aznar invitando a Berlusconi a la Zarzuela.