sábado, 22 de enero de 2011

Olvido del ser, alejamiento del Tao

Cuando estudié filosofía en la Universidad cursé diversas asignaturas relacionadas con la ética y ninguna de ellas me resultó satisfactoria. La ética es la reflexión que se centra en la relación con los demás y con el mundo y en el modo de gestionar nuestros actos para lograr la realización de nuestra virtud sin entrar en conflicto con el mundo y los otros. También es la reflexión orientada a gestionar esos conflictos en caso de haberlos. En aquel momento consideraba que tratábamos cuestiones que personalmente ya había resuelto tiempo atrás a lo largo de mi infancia cuando tuve que resolver el hecho de vivir con otros. A la vez creía que le mundo entero las había resuelto también y que en todo caso la existencia de conflictos se debía sin duda a la injusticia. Evidentemente estaba equivocado en lo personal y en lo social.  Hoy la cuestión ética no está nada resuelta en ningún ámbito y para nadie y muy alejadas de la educación en todos los ámbitos. Seguro que el remedio no es inventar asignaturas, ni comisiones, ni leyes nuevas. La cuestión ética en relación con la virtud está implícita en el hecho de vivir en el mundo y el haber olvidado eso no es más que otro reflejo del olvido del Tao, que se hace absoluto en la era de la liquidez. 

La liquidez es el concepto con el que Zygmun Bauman resume la tendencia ética imperante en todos los ámbitos del comportamiento de las sociedades occidentales en los últimos 30 años. Ésta liquidez se da en tanto que todos los aspectos de la vida, que hasta ahora sustentaban al individuo y la sociedad occidental han sido licuados, han perdido la forma, se nos hacen desconocidos, no sólidos e inestables. Las relaciones laborales, empresariales, sentimetales, el matrimonio, la política, todos estos pilares han sido licuados y nos llevan a la especial coyuntura que vivimos.
En función de este mundo líquido, hemos moldeado el modo de relacionarnos para adaptarlo a ese estado de las cosas y por ello hablamos de una ética de la liquidez, es decir una reflexión sobre que hacer para intentar vivir en un mundo donde no hay certeza de nada.  En esa ética liquida a veces se concibe como objetivo apetecible una vida sin certezas, y a veces se lucha contra ello. Parece ser que en ninguno de los dos casos el resultado es satisfactorio
Este concepto de Bauman para resumir la corriente imperante en los últimos tiempos se fundamenta en dos sentidos. Liquidez en tanto que no sólido, inestable, informe, y liquidez en el sentido de algo que me reporta beneficio,  en el sentido de solvencia. Debemos complementar la reflexión ligando la liquidez a la obsolescencia y a una búsqueda muy propia de las últimas tres décadas, esta es la búsqueda del beneficio máximo posible como fin único.
La relación entre liquidez y obsolescencia se da en los dos sentidos mencionados. Algo  de lo que se pretende solvencia y a su vez es no sólido e incierto, tendrá tendencia a pasar, caducar y dejar de aportar. En ese momento habrá quedado obsoleto. Cuando algo queda obsoleto, por un motivo u otro, hay que actualizarlo. En una ética que afronte la liquidez como objetivo, actualizar se convierte en un fin en sí mismo y el pasar en modo de vida. Una actitud que sin duda me parece nos aboca al olvido del ser,  al olvido de la virtud humana y nos aleja del Tao.
La relación entre liquidez y la búsqueda del máximo beneficio se da en tanto que la solvencia se convierte en exigencia de la relación entre personas en cualquier ámbito. Si el objetivo es la solvencia, al obtener nuestra satisfacción esta se nos hace también líquida y caduca, por lo tanto le pedimos más, pedimos una satisfacción cada vez más grande y lo solventamos con el crecimiento desmedido de la búsqueda de satisfacción. Al pedirle a la satisfacción también solvencia, así la disolvemos en nosotros haciéndola incierta y pasajera.

El mundo líquido nos proporciona una ética que báscula especialmente entre estas sinergias. La liquidez en las relaciones humanas, el triunfo de la obsolescencia  la búsqueda del máximo beneficio se dan en un contexto de olvido del ser, de alejamiento del Tao, y lo realimentan

El ser es aquello que refleja mutuamente lo universal y lo particular y conforma la realidad a través de un campo unificado en el que este reflejo recíproco se manifiesta. Este ser podría verse como líquido también, pero porque fluye, y no porque está ligado a la incerteza o a la solvencia. Al contrario la fluidez del Tao es certera y solvente. 
El Tao está relacionado con la virtud humana ya que ésta es esencialmente la transformación, la creación, la improvisación, el juego libre. 
Olvido del Tao significa olvido de lo que es el ser humano en relación al mundo. El ser humano en su relación con el mundo es capaz de transformarlo y de transformare a sí mismo. Esta transformación del mundo alcanza un gran logro en la agricultura y a partir de esta transformación nace nuestra civilización. En tanto que el ser humano es capaz de crear y transformar y esta es su virtud siempre está directamente expuesto a plantearse como debe equilibrarse esta virtud, que le hace capaz de crear o destruir a una escala tremenda.
Eso son los impulsos que nos hicieron avanzar desde entonces hasta hoy, para bien y para mal. Ese impulso nos llevó hasta la obra más bella y la más aberrante, de Coltrane a Hitler y de la Capilla Sixtina al Gulag.
En un mundo incierto, líquido y al que se le exige la máxima solvencia inmediatamente y donde las cosas tarde o temprano quedan obsoletas, ¿dónde queda el espacio para contruir, para probar, para crear? 

La ética de la liquidez, del beneficio máximo y de la obsolescencia colapsa. No funciona en ninguno de los ámbitos a lo que la hemos aplicado, que son todos. Ese colapso nos acerca a la posibilidad de percibir el ser, de acercarnos al Tao y construir así una ética nueva que gestione mejor nuestra virtud.

Empezamos a reconocer que esto no es una crisis si no el inicio de un cambio que se ha ido gestando en la decadencia de estos años. En este cambio es fundamental que recordemos esas cosas básicas. Nuestra virtud es creativa y nuestra esencia es incompleta. Nuestra relación con el mundo siempre es transformadora. y somos responsables de esa transformación. Todo en la existencia se relaciona en el campo unificado, manifestación compleja del Tao, identificación de lo universal y lo particular. Esa relación hay que gestionarla y necesitamos confianza para hacerlo. Apertura, transparencia, interdependencia, colaboración, ética, nos acercan al Tao y al ser y nos ofrecen una perspectiva más equilibrada, sana, satisfactoria y eficiente.

sábado, 8 de enero de 2011

Un fantasma recorre Europa con explosivos en la mano.

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