jueves, 21 de julio de 2011

EL CAMINO HACIA LA NUEVA CONCIENCIA

Desde el siglo XIX son muchas las voces que habiendo alcanzado conciencia del extravío de occidente se levantan apuntando en una nueva dirección, que en realidad constituye un retorno a la esencia de la vida humana y de nuestra relación con el mundo. Un retorno a la dignidad, a la vivencia del sentido y a una concepción que se esfuerza más por revelar el misterio del ser para aceptarlo y sentirlo como experiencia, que por desmenuzarlo en categorías para su supuesto análisis y su posterior derivación en leyes que permitan su control y productividad. En realidad esas leyes no son más que un vulgar espejismo de la razón humana, que desposeída de las capacidades emocionales y de la intuición dibujan un retrato más bien borroso y alejado de la realidad. Sobre esa visión encharcada hemos construido nuestra civilización.

Desde la aparición de la máxima “cogito ergo sum” la intelectualidad europea se pierde en el racionalismo, que más tarde derivará en un pensamiento que le da extrema confianza a la ciencia, originando una corriente positivista que cree que es en las respuestas que permitan la transformación de las circunstancias donde se encuentra el conocimiento creyendo que el resto de preguntas ni siquiera hace falta enunciarlas.
Esta tendencia tiene un punto de partida en la duda metódica y en la sublimación del pensamiento racional como capacidad humana suprema, dejando de lado la intuición, la virtud, la dignidad, la percepción estética de la vida, y el conocimiento que de ella se deriva. Occidente lleva esta tendencia a uno de sus máximos en Kant, que intenta una formulación exacta en categorías del mundo y el pensamiento.

Sin embargo a partir de la aparición de pensamientos como el de Goethe o Shopenhauer se inicia un camino de retorno al ser, y de retorno a las verdades del misterio como modo de aproximarse más y mejor a la realidad del mundo y del hombre. Esta tendencia, no positivista, no cientifista, coexistió a lo largo del siglo XIX con la visión generalizada del progreso y la tecnociencia, y reverbera a lo largo del siglo XX como la cruz de la moneda del capitalismo salvaje. Sin embargo muchas veces ha sido también tratada desde el punto de vista de la razón, dando lugar a multitud de incoherencias irresolubles que encontramos en gran parte de las manifestaciones del arte llamado de vanguardia a principios del siglo XX. Una delgada línea separa el acercamiento a la verdad del ser, del mero pasatiempo vacío de un arte que muchas veces no aspira a contener o narrar vivencia alguna más allá de mostrar su esencia material.

Después de las dos guerras mundiales acontecidas en el siglo pasado, la desorientación es total y absoluta. La concepción del hombre se halla totalmente perdida en un continente destruido material y espiritualmente de modo que la prioridad se halla en la reconstrucción, más que en la búsqueda de sentido. Esa reconstrucción se lleva a cabo con el objetivo del progreso material y de la creación de un bienestar físico que deja de lado las necesidades espirituales, y la búsqueda de una verdad más grande que cualquier verdad manipulable, como la que nos ofrece la ciencia pragmática, que ni siquiera deja lugar para realizar preguntas en esa dirección. Simplemente si no son necesarias para la transformación material del mundo o para la consecución en la experimentación, no valen la pena. 
Quizás en esta dirección es fundamental el no haber entendido el giro que hace Nietzsche en la metafísica cuando nos habla de los transmundanos. Cuando Nietzsche hace una crítica de los metafísicos que buscan lo trascendente en otro mundo diciéndoles que en realidad se alejan de la esencia porque no hay más mundo que el que estamos pisando, en ningún caso se refiere a que aquello trascendente que estábamos buscando no exista, si no que se encuentra contenido en las verdades de la naturaleza y del hombre. Es una verdad que expresa lo universal en cada cosa particular. Parece ser que lo que entendió Europa acerca de esto es que no existía un contenido trascendente en la vida. Trascendente es aquello que va más allá, pero no más allá del mundo en que vivimos, sino más allá de la particularidad de cada uno. Trascendente es aquello que nos revela un todo a través de una pequeña cosa particular, una nueva flor descubierta, una luz arrobadora sobre determinada visión, y nos transporta a lo universal que es compartido, que nos atraviesa a todos y solo podemos ver por contrapartida en esas manifestaciones particulares. En esto se basa la mirada estética hacia la vida. En buscar la percepción de ese misterio en todo aquello que nos rodea día tras día. Sin embargo este olvido del ser invade nuestro mundo desde hace cientos de años.

En todos los ámbitos de la vida se tiende a la carencia de sentido.

En las relaciones laborales no sabemos nada acerca de aquellos con los que trabajamos, contamos nuestro esfuerzo por horas y no por lo que estamos haciendo, y nos relacionamos con el trabajo solo por el beneficio del dinero y no por la consecución de cierta obra.



En la educación encontramos el mismo desierto y la misma ausencia, desde la infancia aprendemos desde la represión, aprendemos el vacío en el conocimiento, forzando que los estudiantes demuestren lo indemostrable, usando la esclavitud del espacio en el aula, haciendo exámenes que supuestamente garantizan su conocimiento cuando en realidad lo que conseguimos es generar hastío y rechazo. ¿Cuántos estudiantes de cualquier especialidad podrían hacer los exámenes del curso pasado con éxito? Signo doloroso de que nada aprendieron por ese camino. En realidad deberían todos ellos poder pasar por este trance sin problema alguno pues debería el estudio ser un camino constructivo, sin embargo parece que es destructivo, de criterio y de pensamiento imponiendo verdades y dogmas que deben reflejarse en informes, cuadrículas, calendarios, calificaciones y expedientes. ¿Dónde queda la búsqueda de sentido dentro de las aulas?

Puede que sea en la política uno de los ámbitos donde el vacío se ha extendido del modo más flagrante. Hemos vaciado de contenido totalmente esa palabra que servía para designar la actividad que se lleva a cabo con tal de decidir cuales son las acciones conjuntas de interés común para la “polis”. Hoy en día la política no deja de ser un espectáculo publicitario de cara afuera, para captar y conseguir votantes, y un ejercicio de supervivencia y corrupción de cara adentro donde nadie está pensando, y nadie realiza ningún trabajo en pos del sentido de la vida colectiva. ¿Dónde está la mirada hacia el ser en la política? Desaparecida sin duda y por tanto creando una política vacía y absurda en la que ya casi nadie confía.

Consumimos nuestra vida, que se ha convertido en una especie de carrera para ver como podemos parecernos cada vez más a un video clip, donde los planos duran como máximo tres segundos y no tienen porque guardar relación alguna entre sí. Simplemente velocidad de impacto para no dejar lugar a nada más.
Que refugio para el espíritu nos ofrece esta época en la que tanto se ha destruido y nada se ha construido en favor del hombre, en favor del ser y de la belleza, belleza que revela una verdad de sentido amplio, de sentido común a todos los seres. Una belleza auténtica que manifiesta la dignidad de la vida y pone en contacto al ser humano con su virtud, pero que en el mundo en que vivimos a sido relegada a la oscuridad, y en el mejor de los casos, al análisis intelectual que la rompe en mil pedazos para hacerla en verdad incomprensible, cuando en realidad su simple contemplación nos llevaría a su asimilación completa.

Esa es la tendencia generalizada en el mundo, sin embargo voces subterráneas claman desde hace tiempo y con energía en otra dirección. En la dirección de retorno al ser, de reconciliación con la vida en su sentido más precioso. Un sentido que se revela en una mirada limpia y clara, que no se pierde en funcionalismos o construcciones racionales y conoce un sentido de aceptación del misterio como punto de partida para la relación de los hombres consigo mismos y con el mundo y la naturaleza de la que formamos parte. Incluso la ciencia que durante tanto tiempo ha dado la espalda a las verdades del ser y de la belleza se encuentra sorprendida por sus nuevos hallazgos y está volviendo la mirada hacia lo más profundo, hacia el corazón del mundo y de la experiencia de la vida.

La tendencia surge, no sola, si no teniendo como raíz todas esas voces que a lo largo de los dos últimos siglos nos han estado avisando del absurdo en que hemos estado vivíendo. En este sentido hay términos que cambian de nombre, nuevas palabras y nuevas construcciones que de hecho vienen a referirse a las mismas cosas cada vez.
Para poder asimilar las analogías, aun cuando nos parecen divergentes, es fundamental la expansión de la conciencia hacia un campo unificado en el que seamos capaces de ver todo aquello que une las cosas del mundo más allá de sus diferencias a un nivel formal. Habitualmente no somos capaces de ver en ese campo unificado, nos quedamos en la superficie sin ser conscientes de que bajo tierra, las raíces de las cosas se entrelazan creando una red de relaciones inmensas de manera que a través de cada una de ellas podemos llegara dilucidar lo universal y necesario que esconden. Para acceder a la comprensión de ese campo unificado de la realidad, que no deja de referirse a las manifestaciones del ser universal en cada cosa particular, es necesario una expansión de la conciencia que otorgue una visión de sentido para la vida.
En nuestras acciones más cotidianas debemos ser capaces de reconocer la belleza del mundo y el amor que hay en él, e integrar esta visión con la capacidad de acción para que la dirección en la que caminemos no continúe estando vacía de sentido y conduciendo al ser humano al fracaso y al colapso de la sociedad.

En el trabajo debemos ver que cada minuto que le dedicamos se lo estamos dedicando no a un particular concreto, si no a la manifestación del ser universal que hay en ese proceso que estamos realizando. Debemos ser capaces de reconocer como nuestra interactuación con la materia y con los recursos afectan a todo el globo terrestre, y al universo completo. Ser capaces de reconocer la interrelación de las partes con su todo es fundamental para el desarrollo de una vida con sentido. Ser capaces de ver como nuestra actitud determina los frutos de ese trabajo y de ver como la confianza, el amor al mundo nos conducen a una mejor comprensión y consecución de nuestros objetivos que no son más que una vida que merezca la pena en el seno de la conciencia del ser universal. Una conciencia transversal que nos conduce al desarrollo de la virtud humana y consolidación de las virtudes del mundo, que se ofrecen como regalo, como presente, pero que enajenados por una visión sesgada no podemos concebir.


En el ámbito de la educación, hecho fundamental para el desarrollo de la vida, hemos de dejar atrás los antiguos presupuestos racionalistas. Del mismo modo ser capaces de ver en cada persona particular la manifestación de su virtud y su dignidad. Potenciarlas en cada uno y desarrollar una conciencia donde la aceptación del misterio de la vida nos lleve al desarrollo de un conocimiento auténtico y con confianza de los unos en los otros. Confianza que no significa otra cosa que fe, fe en el que está a tu lado compartiendo el camino, en aquel que te guía o en aquel al que tu estás guiando. Fe que se ha perdido a través de años de clases tediosas, exámenes, reprimendas, calificaciones y expedientes que no dejan lugar a la percepción la experimentación y el conocimiento. La educación debería servir mucho más para la expansión de la conciencia que no para insertar a los individuos en un medio social que está podrido desde hace mucho tiempo. Sin embargo puede que este sea el ámbito en el que más daño se ha hecho a esta expansión de la conciencia. El proceso educativo es desde la infancia el que más puertas cierra en el pensamiento de la mente particular y colectiva. Es quizás el proceso educativo en el que estamos sumidos el que más daño hace a la contemplación estética de la vida y el que más contribuye al desencanto, a la destrucción de la confianza y a la construcción de un mundo basado en el miedo.

La política, ámbito corrupto de la vida debe hacer un planteamiento importantísimo. De nuevo debe volver a trabajar con ideas y pensamientos y no con campañas y mensajes que están más cerca de la publicidad que de la filosofía. Trabajar a partir de una nueva concepción del hombre que permita entre otras cosas desarrollar un nuevo concepto de estado. La idea del estado ligada a un territorio a una cultura y a una lengua, provinente del romanticismo, sirvió para la construcción de Europa a lo largo del siglo XVIII, sin embargo ha quedado obsoleta. Hoy emergen nuevas voces para la fundación de una nueva concepción de estado basado en las ideas, en la belleza y en el ser. Una nación distribuida en la que el territorio se extienda al cuerpo físico de todas las persona que manifiesten su pertenencia permanente, más allá de su particular lengua, cultura o ubicación en el mundo, una fundación de un estado transterritorial basado en el sentido de la vida, en la manifestación del ser a través de los particulares con voz para interactuar con los organismos del viejo mundo y procurar una transición hacia un mundo nuevo y una nueva conciencia. Este estado ha quedado formulado por varios pensadores, como Estado Nación Gaia, en una declaración de principios por la evolución del ser humano hacia una nueva conciencia y un nuevo mundo del siguiente modo:

Contamos con la posibilidad, según el Derecho Internacional, de declararnos nación distribuida de pleno
derecho, para poder ampararnos en el derecho internacional y amplificar así nuestra capacidad de
transformación y poder representativo en el marco global. Consideremos el estudio de la siguiente
propuesta:
Declaramos el Estado Nación de Gaia, formado por todas las personas que expresen su pertenencia
permanente, y cuyo territorio se extiende al cuerpo físico de todos sus ciudadanos.
Su gobierno es consensual y holocrático y tiene capacidad para entrar en contacto con otros Estados,
independientemente de su reconocimiento por estos, según el artículo 3 de la Convención de Montevideo
sobre Derechos y Deberes de los Estados.
Todos los ciudadanos de Gaia podrán mantener cualquier otra nacionalidad para estar amparados por
ambos modelos durante el proceso de transición.
Cada ciudadano de Gaia es un miembro independiente autocrático, regulado sólo en caso de declaración
de conflicto por los individuos de su entorno mediante consenso holocrático.”
Eso significa que cualquier agresión física que reciba un ciudadano de Gaia será considerado una violación
del territorio de la Nación de Gaia.” 

Proyecto Evolución.



Vivimos hoy un despertar de la conciencia que clama por una reconciliación con verdades antiguas que habían quedado olvidadas pese a que son muchas las voces que nos las han ido haciendo presentes a lo largo del tiempo. Ese despertar es incipiente y está creciendo en los corazones de los hombres cansados de una vida insulsa que no ofrece ningún reconocimiento a la virtud y la dignidad humana. Una vida que sumida en la inercia y en el consumo masivo ha olvidado la ética, como ciencia para discernir el modo en que nos relacionamos entre nosotros, y la estética como ciencia para discernir el modo en que nos relacionamos con la belleza del mundo que nos revela el ser universal y el campo unificado de todas las cosas. Una vida que sumida en las leyes internacionales, en las relaciones de poder, en la publicidad y en la carencia de sentido no encuentra ningún refugio para el espíritu y su desarrollo.

Vivimos el inicio de una transición en el mundo que promete ser larga y fructífera si se la deja crecer libremente. Como una planta, lentamente desarrollará nuevos tallos y brotes gracias a las raíces profundas que tiene en pensamientos que habíamos olvidado y que dentro de poco comenzará a dar flores. No todas a la vez, primero una luego otra. Flores que serán frutos y que diseminarán semillas para que la nueva conciencia se extienda creando nuevas condiciones y nuevos puntos de vista que destierren finalmente la era del vacío que hemos vivido. 

Vivimos ahora un tiempo de reconciliación con la vida, de retorno al ser, a la belleza y al sentido. Dejemos fructificar ese tiempo. 
Estamos ganando la confianza y perdiendo el miedo.

jueves, 14 de julio de 2011

PREPARAR EL OTOÑO

A lo largo del primer semestre de 2011 hemos vivido la primera manifestación publica masiva de este movimiento que ocupa nuestros tiempos y que es el motor de la evolución.
En otoño protagonizaremos el segundo juego de esta partida y todo ello desembocará en lo que pueda suceder en 2012, hay muchas citas importantes en ese año.
¿Cómo podemos prepararnos para afrontar mejor un otoño en el que va a hacer falta lo mejor de cada uno?
Cosas que hacer para prepara el otoño.


 

1.- Ir más despacio. Esto lo facilitará todo.







 


2.- Pasear, conocer el entorno. Ser conscientes en profundidad de lo que nos rodea nos acerca a ver que hay en común en todo ello con nosotros mismos. 








3.- Hablar, escuchar. Establecer diálogos y conversaciones con las personas que te rodean de modo que en esos diálogos nazcan criterios y consensos. 





 
4.- Visitar la naturaleza. Con respeto, pasear y disfrutala, reconocer su valor y percibir como reverbera algo en común con uno mismo.








5.- Déjate pensar. A veces no nos dejamos.










6.- Leer. Leer despacio, como todo, ya  lo dijimos al principio. Es importante leer despacio para saber que nos están diciendo. Establecer dialogo con las ideas del texto y elaborar criterios. Leer periódicos, blogs, y si puede ser leer libros.





7.- Veer. Vemos miles de imágenes al día, pero casi no las vemos. Veer vídeos de Internet, presta atención. Veer documentales, veer películas y del mismo modo que antes, establecer un diálogo con ellas de manera que puedas tener un criterio propio.





8.- Dejar las adicciones. Somos una sociedad politoxicomana. Hay muchísimos adicciones, las evidentes son al tabaco, la marihuana, el alcohol, el café. Las menos evidentes pueden ser al trabajo, la televisión, las relaciones. Cualquiera de estas cosas es peligrosa cuando comienza operar en una lógica de círculo vicioso. Es duro abandonarlo y para romperlo normalemnte hace falta un acto de violencia.




9.-Entrenar, practicar. Cualquier cosa que te guste. Cualquier deporte, la pintura, la marquetería, la jardinería, la música, la cocina, la fotografía, las excursiones. Cualquiera de esos campos requiere de cierta atención y disciplina, practica cualquiera que sea la que ya escogiste y disfruta de ella.



 


10.-Meditar. Hay muchas técnicas disponibles, casi todas con la respiración como cuestión relevante. Acércate a alguna de esas técnicas y prueba, seguramente te sorprenderás. Puedes probar simplemente a practicar respiraciones completas usando toda tu capacidad pulmonar con regularidad diaria. El resultado es simplemente fantástico.





11.- Pensar en el gasto. Gastamos dinero, energía, recursos. Piensa en que lo gastas. Por ejemplo el dinero, piensa en qué lo gastas, a quién se lo das y que hace con él. Seguramente eso nos llevará a gastar mejor y quizás menos. Lo mismo con la energía que tenemos disponible o cualquier otro de nuestros recursos.




12.- Pasar un tiempo solo. Incluso en silencio. Dejar que el tiempo pase, pensar en cosas, no pensar en nada. Estar solo.







13.- Disfrutar de la compañía. Charlar de trivialidades, jugar a un juego, ir a la playa o al río, comer con los demás y celebrar. 








Veamos estas acciones, actitudes y propuestas de un modo global y particular a la vez. Hay que conectar los cabos y tejer una rede entre todas las cosas. Cuando lleguemos al otoño seremos más y lo haremos aún mejor.