domingo, 23 de diciembre de 2012

DOS MIL TRECE

Que camino tan largo hemos seguido para llegar tan sólo a este nuevo punto de partida. Inicio y fuga en medio del relato, un agüjero que nos transporta de nuevo al incio de la historia y nos da un nuevo papel.
Parece ser que ya lo hemos visto todos y el que no lo ha visto no lo quiere ver. Y aunque sea diferente ver que conocer, ya no sirve decir que no lo sabías o apartar la mirada. Ha quedado claro que se nos impone la mentira material y que vivimos como esclavos ajenos a nuestra condición. Ha quedado claro que no existe la democracia y que lo que aparece es en realidad una mentira mal construida, una constrdicción en si misma. Pensar esto ha dejado de ser extremista, parece ser que incluso periodistas y tertulianos de los principales medios claman contra la oligarquía e invitan a la desobediencia. Nos han dejado claro que importamos menos que poco. Vemos militares en la tele, brutalidad policial en las calles, investigaciones políticas ilegales, corruptos pendientes de juicio o declarados inocentes y huelguistas en la carcel, recortes de derechos, un sistema educativo construido para el amansamiento social. Incluso nuestra constitución reconoce que el pago de la deuda debe ser prioritario de modo que antes nos quedaremos sin comida que ver los negocios de un banco quebrado.
Cuando hace sólo cinco o seis años antisistema era una palabra usada peyorativamente en los debates parece que hoy vamos entendiendo que es practicamente suicida ser prosistema.
Creíamos que occidente, Europa, éramos el paradigma de la libertad y la democracia y comenzamos a entender que somos el paradigma de un engaño que hemos llegado a aceptar voluntariamente a veces como algo deseable y otras veces como algo ineludible.
Vivimos integrados en una vida social a cambio de renunciar a nuestra vida propia. Acogemos con gratitud un criterio colectivo por la comodidad de no elaborar un criterio propio. Usualmente resulta dificil en ese contexto socializar la virtud de cada uno de modo que desde el colegio aprendemos a desterrarlas, mantenerlas escondidas o protegernos del entorno hostil.
Aún, desde esa vida social colectiva, oímos voces que nos dicen que debemos volver a las andadas. Renovar la senda del crecimiento económico, esa misma que nos condujo al desastre basada en la obsolescencia programada, el consumismo masivo, la especulación bursátil, el derroche de los recursos naturales, etc. Ese camino es absurdo y desequilibrado, se deshace de la ética y corrompe la política y la democracia sometiéndola al imperio del máximo beneficio. Todo eso se acaba y no va a volver, sencillamente porque es imposible, el sistema planetario no lo resistiría.
Esa vida colectiva social está abandonando la idea de que debemos volver a la perspectiva de 2003 y comienza a asumir la perspectiva real de 2013. El miedo impregnado, cristalizado en nuestra sociedad, un miedo sutil de los que no han perdido aún es el que mantiene el estado de las cosas. Es un miedo que sujeta las conciencias y nos hace creer que las cosas son así y deben de serlo. Pero ese miedo se mantiene mientras lo aciago le ocurre a otros, porque es una amenza, y se rompe cuando te pasa a ti, porque es un hecho, ya no tienes miedo de perder porque ya te lo han quitado. Cuando meten a tu hijo o tu vecino en la carcel, cuando pegan a tu amigo o a tu novia en una manifestación, cuando te gasea la policía en una huelga, cuando te recorta el sueldo un nuevo directivo que han fichado en la empresa por diez sueldos como el tuyo, cuando la policía viene a tu casa para echarte. Entonces ya no tienes miedo, simplemente estás jodido. Y cuando el miedo se rompe somos capaces de dar un paso atrás para ver que el marco en el que vivimos no es la ley natural, si no una simple mentira que nosotros mismos construimos.
Por eso el objetivo real está ganando fuerza en los discursos críticos. Democracia real, economía real, debate real, cifras reales. Cuando el adjetivo real gana esa importancia es porque ha crecido la conciencia de un engaño generalizado. Esta claro que esta democracia es un mero engaño y que la democracia real es en realidad un proyecto revolucionario que la clase dominante ni se le ocurre vislumbrar. Ni siquiera se dan cuenta que incluso ellos saldrían beneficiados de salir de un sistema enfermo.
De nuevo es tiempo de escoger y se reparten las cartas. Incluso los burgueses claman por su propia cuenta y riesgo, y como siempre porcurarán instrumentalizar cualquier moviemiento social en favor de su interés de conservar privilegios sin darse cuenta del privilegio que representa vivir en un mundo nuevo. La burguesía se lo sigue planteando como una lucha, como una guerra y no como lo que es en realidad, una verdadera revolución para construir un mejor estado de las cosas, sano, equilibrado, sensato. Parece ser que aún no han visto su propio engaño como algo enfermo en si mismo por eso volverían a traicionar al pueblo si les siguiésemos aún cuando claman por la justicia. Sin embargo esta vez la mentira está fresca y expuesta en miles de escaparates a través de la red y sabemos que la acción global es una acción individual colectiva, cada uno por su propio pie, en su propio tiempo, células de un organismo.
Que camino tan largo para llegar tan sólo a este nuevo punto de partida. Los acontecimientos de los próximos tiempos superarán en mucho todos los movimientos que hemos vivido hasta ahora. Ya todos lo sabemos y estamos preparados.