jueves, 21 de febrero de 2013

23-F Una vez más


Con el recuerdo de Tejero gritando “Quieto todo el mundo!” saldremos a la calle el sábado pidiendo justicia y democracia.
Hace 32 años también salió a la calle la ciudadanía pidiendo lo mismo tras el temor de que un golpe militar acabara con la recién inaugurada monarquía parlamentaria.

Hoy este régimen y esa transición nos parecen realmente ridículas y una mera continuidad con el régimen anterior, queda patente cuando uno se fija en cómo y quiénes toman las decisiones .

Podemos ver la elección de la fecha como una conmemoración de aquel reclamo ciudadano de justicia, libertad y democracia tras el intento fallido de Tejero. Un reclamo que tuvo lugar el día después, cuando el golpe ya había fracasado y no hacía falta reclamar nada, pues efectivamente el 23 todo el mundo se quedó bien quieto.

Podemos ver la elección de la fecha también como un reclamo de fuerza. El pueblo se dispone a entrar en el Congreso de los Diputados y decir “Quieto todo el mundo!”. ¿Puede el pueblo, de modo horizontal y sin ostentar pistolas, dar un golpe de Estado? Hace unos días el gobierno de Bulgaria,  dimitió en respuesta a la presión popular. ¿Podemos considerar la caída del gobierno búlgaro producto de un golpe de Estado perpretado por el pueblo? Sabiendo que el Estado es el propio pueblo vemos claramente la contradicción si alguien afirmara lo anterior. Parece y creo evidente la diferencia de legitimidad entre Tejero y los manifestantes búlgaros.
Si una fuerza armada atenta contra el gobierno, está atentando contra el Estado en tanto que el poder del gobierno emana del pueblo, que es el verdadero Estado.
Si el pueblo de manera pública y pacífica rechaza al gobierno, es el propio Estado el que destituye a sus gestores.
Un guardia civil no puede destituir al gobierno, sin embargo el pueblo si puede destituirlo pues el pueblo es soberano y el gobierno subordinado. El pueblo es el Estado por eso podemos decir que en Bulgaria el Estado ha destituido a sus representantes, que lo han asumido a través de la dimisión.
MariyaPetcova dice en su artículo para al-Jazeera que el pueblo búlgaro no es dado a la protesta social y que haya salido a la calle es algo excepcional, que implica no solo una disconformidad con medidas concretas del gobierno, si no toda una crítica al sistema y una nueva práctica democrática.

El pueblo, es el Estado, y este sábado estará en la calle. El gobierno y la oposición deberían asumirlo y retirarse. Afrontamos un primer reto al escoger que somos soberanos, que los políticos son nuestros subordinados, que la oligarquía es una perversión del capital social que pone en riesgo el capital económico como bien público. Que ambos capitales son patrimonio de todos, energía que fluye y no debe servir intereses que no sean el bien común.

24-F El pueblo es el estado

Supongamos que el día 24 por la mañana, después de que la ciudadanía tome la calle de forma masiva en la noche más fría del año, comparece el presidente del gobierno Mariano Rajoy y anuncia la dimisión en bloque del gobierno y la convocatoria de elecciones. El pueblo, del que formamos parte cada uno de nosotros, no contento con eso y considerando el sistema un fraude en sí continúa con la protesta. Imaginemos que el mismo domingo por la noche, igualmente a causa de la presión popular, abdica el monarca Juan Carlos I y anuncia el exilio de su familia. Pongamos que lo que queda de los representantes políticos y otros supuestos prohombres de nuestra sociedad aceptan la situación y valientemente anuncian un gobierno de transición, concentración o como quieran llamarle e inician un nuevo periodo constituyente protagonizado por la ciudadanía.
Ahí tendremos el reto de saber realmente que el pueblo es el Estado y la oportunidad de decidir como va a ser el país y el futuro. Ahí se va a jugar la partida más importante y deberemos jugarla bien para evitar que de nuevo los poderosos nos la vuelvan a colar para continuar defendiendo sus privilegios y ostentando sus posiciones. Tomemos buena cuenta de como nos ha salido eso que se llamaba transición y imaginemos como sería una futura república al frente de la cual tuviéramos a Aznar invitando a Berlusconi a la Zarzuela.  


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